domingo, 9 de agosto de 2009

RESISTENCIA







En una ciudad como esta es fácil que a uno no lo reconozcan, pero tampoco es imposible. Por eso mejor andarse con cuidado. Paranoico no, cuidadoso, tomar prevenciones, estar atento. Lucho no me hizo caso y asi le fue. Bueno, no se si fue por no hacerme caso pero bien no termino. Es que tenia esa costumbre de creer que el estaba protegido por algo especial, si durante tanto tiempo estuvo jugando con fuego, porque le iría a pasar algo ahora, justamente a él. Mira los milicos están rabiosos, con eso no jodas. Son boludos negro, no te das cuenta que son boludos, pase frente a ellos, me pare a preguntarle cosas a uno de ellos y nadie se dio cuenta, son de lo que no existe. Tuviste suerte, estas tirando de la soga màs de lo que la soga aguanta.

Y asi nuestros diálogos eran interminables. El negando el peligro, yo… no se si acrecentándolo. En el fondo creo que el lo minimizaba porque quería no darse cuenta que ya no éramos lobos sino conejos.

La noche que cayo, yo había estado con Graciela, ¡como me gustaba esa pendeja! La había conocido en el sector secundario, militaba ahí hasta hace unos meses, hasta que dieron el golpe. Pero la seguía viendo de tanto en tanto, sabia donde vivía y donde estudiaba ahora.

Ultimo año del Esteban Echeverría, la llevaron lejos y sin dejar pistas los padres, pero yo la había encontrado porque ella mando al hermano a avisarme. El hermano ya estaba viviendo en Europa, lejos de cualquier posibilidad de caer. Pero yo sabia donde ella estudiaba y vivía, ahora no se llamaba Graciela, era Viviana, me resultaba extraño llamarla asi.

Estaba en esta gran ciudad estudiando y viviendo con unas tías, hermanas de su mamá, dejo de usar el apellido paterno, por el que podrían reconocer su militancia en el centro de estudiante, pero nada ni nadie indicaban que fuera buscada. Viviana López Decirue, antes Grachu en la intimidad, ahora Vivi.

Generalmente la esperaba en un auto en la esquina de Ocampo y Las Heras, de ahí a un departamento y luego al anochecer con su pollerita de colegiala, su blusa blanca, pulóver azul, medias blancas y mocasines negros como estuche de tremenda mina de diecisiete años, con unas tetas infartantes de 100, de 165 cms de estatura, una cola bien parada y unas hermosas piernas torneadas, la despedía en la puerta de la casa de sus tías, donde en medio de besos inacabables miraba su cara casi perfecta, picara y algo perversa. Una mujer hecha para el sexo me había dicho Haroldo.

Decía que la noche que cayo Lucho yo estaba con ella, me avisaron al día siguiente, ya habían levantado lo que se podía en lo que respecta a la parte de la organización que el conocía. La familia comenzó a moverse, descreídos primeros de que algo le pasara, después con toda la impotencia, hasta llegar a equilibrarse. Intentaron lo que pudieron. Militares amigos, colegas amigos, gente con algo de poder, entregar plata a cambio de información y de promesas. Hasta que se dieron cuenta que las cosas eran distintas y que los amigos estaban donde ellos ni pensaban.

La entrevista de los familiares de Luis con el obispo había sido desesperanzadora. Trataría de saber si aun estaba con vida, pero dudaba recibir esa información.

Afuera lo anormal se había convertido en normal, lo aberrante en algo invisible y no reconocido por nada ni nadie.

Regrese a la que era mi casa, los vecinos parecían mirarme hoscamente. Tome unos mates con doña Juanita, el esposo regresaba por la tarde noche. Familia que había pasado la resistencia de los años 50 y 60, los hijos se habían ido a Niza, Francia con el triunfo en las elecciones del Frente Justicialista de Liberación. No llegaron a estar en la asunción presidencial del 25 de mayo ni en los dos años y tanto que parecieron lustros, por la cantidad de hechos que se produjeron en el país y en el cono sur, también en Latinoamérica.

De Genaro, Lucio y la nena alguna novedad juanita, pregunte con los primeros mates. Genaro dice que te espera en Italia, que te vayas, creo que tiene razón negrito, aca sos una boleta caminando. Si estas de acuerdo le mando a decir que si, el te mando la plata para que te vayas, la joda es como salís, en los aeropuertos estas cocinado y sino tenés como hacer pasaportes y documentos, es entregarse solo. Antonio fue al centro, tiene unos amigos de la época de la resistencia, ellos te pueden resolver la documentación, los tipos son de fierro, ya ayudaron a salir a varios. Bueno, déjeme consultarlo y le digo. Pero negro, a los que consultes te van a decir que mañana toman el poder, deja de joder hijo, ándate, no seas tan boludo! Encima no me dijiste y cayo Lucho, chuparon a Chiquito anoche, cayeron en una casa y se llevaron a una pareja y a once màs, te están buscando, y lo peor es que te van a encontrar!!!

Me bañe, dormí unas horas y ya estaba Antonio. Que haces perejil! Te queda lindo el traje de Kamikaze, ándate hijo, en este barrio de mierda, donde nunca pasa nada se chuparon en los fondos a Cacho Navone, el quinielero, le rompieron la casa, violaron a la mujer, se robaron lo que pudieron, los hijos están destruidos anímicamente y asi sigue, esto es una cacería de tortugas… Y a Cacho porque, se sabe? Si, me dijo Antonio, porque lo veían en la Fiat reunirse con gente, y pensaron que era un activista, ese no vuelve màs.

Tenia que irme, no había dudas, Antonio me ofrecía una salida mediante un Comodoro por Ezeiza, nombre y documentación falsa, Francisco Parini, via Lima.

Ahora te tenés que ocultar bien, es cosa de tres semanas, conseguimos una casa en las afueras de Hurlingham, en un barrio que no pasa nada, te llevo ahí y hasta que te vaya a buscar no te moves. ¿Y de quien es la casa? Se llama Aurora, es una señora paraguaya, con un almacén, viuda, y sin movimientos en el lugar. Tiene una pieza que era de servicio. Entras en una canasta de pan. Te llevo yo y te retiro yo. Cuando te vaya a buscar yo te llevo directo para salir.

Era de madrugada, con las primeras luces del dia, que bajo la canasta don Antonio y otro amigo de él, el negro Santos Paretto.

La canasta, o sea yo, termine en un cuarto de cinco por cuatro alejado de todo, del almacén, de la calle, salvo una estratégica claraboya o algo parecido que daba al techo y los techos vecinos. Ahí quede, me abrazaron Toño y Santos, se nos humedecieron los ojos. Hijo, la verdad, sabes lo que te queremos, pero somos hombres, para que mentirnos, puede ser la ultima vez que nos veamos, esperemos que no, pero dale saludos a mis hijos si salís, sino…tampoco nosotros sobreviviremos.
Y alli quede. Solo, con una pequeña muda de ropa, con el traje puesto, algo arrugado, pelo corto, cara de adolescente, el miedo encima, la memoria cargada de amigos y compañeros que ya no estaban. Sabía que debía confiar en Antonio y esa gente probada en años de resistencia. Lejos de las estupideces que largaban los de la Dirección Nacional, exiliados en Roma y México, acerca de los golpes a la dictadura y los milicos, la realidad era que esto era una cacería de gente con inquietudes sociales. Toda resistencia tenia que ser aplastada. Siempre el problema de la resistencia para el poder, siempre el problema del poder para los que resistían.

AHORA (LOCURA)






Le dije, ¡no te rías!, aun asi siguió riéndose, a carcajadas, burlona y provocativamente. Le dije, le avise, lo que escribo puede materializarse. Volvió a reírse. Esa maldita costumbre de tomarme en broma, de parecerle tan estupido. Siempre creyendo solo lo que la razón y la “realidad” le indican. Es una pena que no pueda ver lo acotado de su raciocinio, el desprecio a lo que no comprende. Bien, el idiota se lo merecía, no lo veré más. He escrito delante de sus narices, “¡ahora te mueres!” y solo conseguí que se muriera… de la risa. Se fue tan tranquilo hasta perderse y yo en mi vergüenza, en mi derrota, me encerré en esta sucia pieza gritando sin parar ¡¡¡ahora te mueres!!! La dueña de la pensión cansada de mis repetidas escenas llamo a la policía y la ambulancia…

NUNCA SE MUERE DOS VECES








El verde de la plaza se juntaba con el celeste del cielo. El griterío de la gente lo aturdía, como segundos antes lo hicieron los estampidos, que aun continuaban en sus oídos. No entendía como se veía el mundo, si en picada, si de costado, si tan grande o tan chiquito que él parecía un monstruo, no deducía nada y sin embargo él era el centro del caos, él y su revolver en la mano.

Porque, se preguntaba, porque Estela estaba tirada, muerta, en el piso frente suyo, no debió ser así. ¿Porque se había separado hacia un año y ella no había querido regresar, cuando no hacia más de dos años atrás le juraba quererlo más que nada en el mundo?
Los porque, como en su niñez, rebotaban sin respuestas. La sangre en el piso, era una mancha cada vez más amplia. Sus piernas temblaban, su mirada se perdía en el infinito.
Cerca de la calesita los niños eran arrastrados de la mano por sus madres, y mas gente que corría hacia el.

Por el césped de esa plaza, su plaza hasta ayer, de paseos enamorados, venia un gendarme a quitarle el arma, a tratar de ayudar a su mujer inmóvil. Se desespero, emitió un par de gritos desgarradores, negando, llamándola a ella bañada en sangre.

Recordó esa mano chica que lo había aferrado por primera vez, que lo había iniciado en el sexo, que lo había empujado a la aventura de escaparse de su pueblo, los dos juntos, para siempre! dijeron, ¡que poco duran los hasta siempre! Todo le fue familiar y lejano en un instante, hasta que el tiro sonó en su sien derecha y allí quedo tendido, se había suicidado,

En cámara lenta primero, màs ligera después, el gendarme llego y grito su incompetencia, la gente gritaba por el horror, dos jóvenes que no llegaban a los 21 años estaban ocupando, recostados de muerte, una parte de la plaza. Un ridículo cartel decía “prohibido pisar el césped”, la invadían yéndose de la vida. Fueron minutos que duraron una eternidad. La tragedia se había acabado.

Cuando le tomaron el pulso a el se dieron cuenta que ya no había nada que hacer, ella cubierta, sucia por tanta sangre aun respiraba, estaba mal herida, la trasladaron, ingreso así, mal herida y deformado el rostro por el balazo, pero con posibilidades de vivir. El quirófano fue preparado de urgencia, operaron y la salvaron.

Todo lo de aquellos terribles minutos había terminado, las imágenes la atormentaban, pero estaba viva. Tenia la vida, le habían reconstruido el rostro, quedaría tan linda y con la piel sin marcas como antes de aquel acontecimiento indescriptible. Se sorprendió no sintiendo nada por quien hubiera sido su marido, aunque si, algo de alivio. Se había puesto pesado en los últimos meses con la insistencia del retorno. Ella no quería decirle lo evidente, que ya no lo amaba, que gustaba de otro hombre, unos años mayor, que ya estaban saliendo. No entendía quien podría haberle contado esto ultimo.

El hospital tenia grandes ventanales, ella una cama cerca de uno de esos miradores, una sola vecina de cuarto, era el tercer piso del pabellón de agudos, internación. Las sabanas limpias, la comida decente, los dolores de la cara y el cuerpo ya estaban desapareciendo.

La habían visitado sus compañeras del taller, casi fábrica del vestido. Cuando saliera empezaría una vida nueva en la capital con ese hombre unos años mayor a ella. Tan desgraciado no había resultado todo, quizás era el camino que Dios había elegido para su vida. Quiso sonreír pero aun le dolía el rostro. Sus padres habían pasado preocupados, sus hermanos también.

Hija, hija, atino a decir la madre, el padre en silencio tenia la cabeza gacha, los hermanos se miraban entre ellos, es cierto que el Ernesto te quiso matar y se mato, pregunto el más grande. Si, dijo ella, intento, pero yerba mala nunca muere…

Hija, no es así la vida, no, hijita. Como que no, si me quiso matar, ya esta, se mato, listo terminado, fue un hijo de puta!. Pero la familia de el eran nuestros vecinos, y esta tu hijo, nuestro nietito…Bueno basta, lo único que falta es que yo tenga la culpa, eso me quieren decir.

Nadie hablo, la enfermera los retiro, quedo sola enfurecida, mirando por la ventana sin mirar, farfullando.

Vio entrar a una enfermera, no la conocía, era nueva en ese piso, por suerte se había terminado el horario de visitas, no se sentía ni el vuelo de una mosca. Su compañera de cuarto hacia dos días había recibido el alta. Sola, joven, viuda, 20 años, linda, la vida por delante, el hijo se lo había dado en tenencia a los abuelos paternos, a vivir!!! Si, me lo merezco, Salí de aquel pueblo de mierda y me iba a hacer monja por haber tenido un crío? Nooo… ella no había empezado a vivir, lo que le repetía incansablemente Raúl.

La vida empezaba a ir viento en popa, a descansar, la enfermera le acomodo y la acomodo en la cama, golpeo la mullida almohada, le dijo descanse tranquila, me llamo negra, gracias respondió ella, estoy tranquila, asentó el cuerpo en la cama, la enfermera se acerco, un ruido sordo, unos ojos desorbitados, la boca bien abierta, el pecho que ardía,

La vida que se iba rápidamente, sintió un segundo impacto, escucho bajo y al oído, Don Juan te manda saludos, lo que no termino el hijo lo terminamos nosotros. Un ronquido raro, y un pequeño río de baba sangre. Ese frío, tanto…frio…..

EL POZO





Sabia que esa tarde, era la tarde esperada, la inicial, la que tantas veces pensó, y no se atreviera. Intuía fuertemente que cruzar esa calle no tendría ya retorno, que abriría esa puertas tantas veces como tantas su esencia de hembra le pidiera.

Era pertenencia desganada de un vulgar mequetrefe cualquiera. Mucha mujer, dirían en el barrio, para tan poco semental. No falto el que dijo, más que reproductor, matungo viejo.

Las apuestas de cuanto duraría su fidelidad forzada corrían con extraordinaria rapidez. Salvo su esposo, envejecido prematuramente por un trabajo que lo consumía, todos conocían que mas temprano que tarde el volcán entraría en erupción. Es que detrás de la postura de mujer sumisa, todos veían una yegua desbocada en el deseo. Con rápidas miradas alentaba las fantasías de cada macho y muchas mujeres de este barrio.

Pero ya sabía quien seria el primero que gozaría de su entrega. Fascinada por el despertar de su instinto de cazadora nata, comenzaron los juegos de seducción. Un momento primero, inaugural, unos ojos que consumen a un hombre ávido, los movimientos de este, sus excusas, el acercamiento que ella demoraba hábilmente, su bien disimulada coquetería, el roce, hacían que este primer hombre elegido aguantara sin aguantar.

En la cocina de la casa, mientras jugaban una partida de cartas, el primer acercamiento, El se acerco apoyando su miembro erecto entre sus nalgas acaloradas. Lo dejo unos instantes y lo aparto casi ofendida. Se sonrió quedamente, él estallaba por poseerla. Se sentía con derecho. Lo rechazo, el intento tomarla con sus grandes manos de los brazos, busco sus piernas y con enojo ella lo retiro. “Soy mujer casada, respete” le dijo.

Volvieron al juego de naipes, el no disimulaba, hasta decirle casi provocativo al marido, “que pedazo de yegua”. El solo dijo, pero tiene dueño.

Al regresar de su recorrido por los campos, propiedad de un hombre adinerado de la ciudad, un mediodía cuando por el calor la gente se ha evaporado de las calles la vio. Estaba en el vano de la puerta, ropa casi transparente, por los rayos del sol, adivino cada curva y orificio, cada protuberancia de ese cuerpo que lo anulaban.

Ella le sonrió, el quedo parado sin saber que hacer, esa voluptuosa figura femenina cruzo la calle, el abrió la puerta, detrás suyo ingreso el objeto màs deseado. Quizo ser seductor, pero ella lo aparto, se empezó a desvestir y busco la habitación. Primero paso al baño. Juan sentio el agua que corría, solo le quedaba su calzoncillo puesto, esperando sentado en la cama. Apareció ella con el cabello suelto, unos tiras en las tetas y un hilo por tanga, entrando en la habitación y riéndose en su cara. Que le pasa, quedo tarado, nunca vio una mujer, le dijo en medio de una carcajada que lo golpeo y lo hizo sentir menos hombre de lo que se jactaba.

Fueron unas horas en las que perdió el sentido de lo que esa mujer hizo con su sexo y sexualidad. Solo recordaba que en un momento ella dijo, “basta por hoy!” y sintió que su apetito estaba a abierto, que saciarlo en interminables horas era lo que quería. Pero no eran los designios de Claudia, asi se llamaba. Se vistió y se marcho, sacando plata de su billetera.

En el segundo encuentro, ese que tanto se hizo esperar, el le menciono que la quería para siempre con el. Ella casi no le presto atención. El desarrollo un precario plan, llevar al marido de paseo a los campos, en uno había un pozo de liquido espeso, donde en épocas de los milicos se comentaba habían tirado cuerpos sin que aparecieran. No sabía si era verdad, lo de los cadáveres, pero que cosa que caía ahí era devorado seguro. Como en mis garras, le dijo riéndose ella. Si, pensó Juan, pero va a ser mía.

Ella le dijo que si lo había pensado no le contara màs, que no quería saber, que en el fondo el esposo le causaba pena, es tan crédulo el pobre, menciono con cara de aflicción. Lo que vaya a hacer hágalo sin mi. Le pidió que fuera inteligente y que las razones que le dieran fueran convincentes, que una vez llegados al lugar el merodeara el pozo para no hacer que el desconfiara. Juan prometió que asi lo haría.

Días después empezó a conversar con Vicente y a interesarlo por esos campos, se puede emprender algo, el dueño no viene hace años. Solo deposita mi sueldo y sabe que los campos están bien. Cuando va a venir avisa con unos meses de anticipo, todo por telegrama, ni nos conocemos las caras.

Después de algunas charlas màs acordaron ir en el auto de Vicente hasta allá, Juan se ofreció a llevarlo en el suyo, pero Vicente orgulloso dijo que no, que de la única forma era con el coche de él, mi coche es como mi mujer dijo, va donde yo voy. A Juan se le iluminaron los ojos.

Cuando llegaron le mostró la zona, fueron acercándose, Vicente miro el pozo y pregunto si era el del petróleo. Si, me parece, pero no se acerque por ahora, no me interesa ver como es, bueno, mire desde aca se ve el fondo… Juan desapareció, Vicente tiro una piedra hacia el fondo, como lo había empujado a su vecino. Miro hacia todos lados, tomó el auto de regreso, llego a su casa, la vio a Claudia y le dijo, tenias razón, el pozo ese te traga, pobre infeliz no sabe que la confianza mata y embaraza.

RETORNO DEL PROSISTA A UNA DEUDA PENDIENTE




Hola Diario, he regresado desde la poetica, no se como he desempeñado aquello, igual seguire cultivandola, pero vengo a cumplir una deuda entre las tantas, una que es la de mis memorias, la que me debia y debo a mi, solo a mi. Asi que desde octubre del año pasado hasta ahora, 9 de agosto de 2009, paso bastante agua bajo el puente.

Hay hechos que no quiero comentar, mi vida familiar cambio, hoy y desde hace meses vivo con un ser hermoso, mi Elena, incorporamos a una perrita, Frida y lo importante mi hija vive y mi nieta tambien.

Asi que dicho esto, empezare a subir algun retazo que por ahi me ha quedado.

Me siento bienvenido y raro, bienvenido al lugar que cree y del que nadie me expulso, pero bueno solo cabe poner manos a la obra.