sábado, 22 de marzo de 2008

TE DETESTO OLIGARQUIA ( I )

Cuando el valor de un activo financiero o inmueble sube de precio se genera lo que se denomina “efecto riqueza”. El dueño de esas acciones, bonos o propiedades que se valorizan pasa a tener la percepción de que ha incrementado su patrimonio. Se trata de una contabilidad virtual, pues sólo se concreta esa mejora al momento de realizar la operación de compraventa de ese bien. O sea, cuando se apropia de esa ganancia de capital. En ese estado, el bienestar crece, se deciden inversiones, se accede a créditos y se dispone de una mayor vocación de consumo porque existe respaldo en un activo con cotización en alza. En general, el efecto riqueza es impulsado por políticas públicas en contextos económicos que colaboran para generar ese escenario amigable para el capital. Existen casos de bonanzas generadas por factores exógenos, como el descubrimiento de importantes yacimientos de petróleo o de minas de oro. En la mayoría de los casos es la propia política económica que impulsa la valorización de activos. En muchas ocasiones provoca una burbuja especulativa que exacerba el efecto riqueza, como fue la tablita cambiaria de Martínez de Hoz que disparó a las nubes el precio de las propiedades o la convertibilidad que alentó subas alocadas de las acciones. La situación más dramática hoy se observa en Estados Unidos: el ex titular de la Reserva Federal Alan Greenspan bajó tanto la tasa de interés para evitar la recesión por el estallido de la burbuja de las puntocom en 2001 que creó otra con los créditos hipotecarios, que ahora desencadenó una profunda crisis. En esos ejemplos fue la política económica que ayudó a la suba de las cotizaciones de activos, pero con una base débil en la estructura de la economía que derivó en una posterior debacle. Existen otros casos, en cambio, que tienen más consistencia y no se apoyan solamente en burbujas, aunque puede existir un componente adicional especulativo. El valor de la tierra es uno de ellos.

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